Habitualmente se interpreta como un sentimiento, relacionado con el afecto y el apego, y resultante y productor de una serie de emociones, experiencias y actitudes
Baruch de Spinoza estableció una definición que puede cuadrar con los requerimientos de las ciencias humanas y sociales. Escribió al respecto: «El que imagina aquello que ama afectado de alegría o tristeza, también será afectado de alegría o tristeza; y uno y otro de estos afectos será mayor o menor en el amante, según uno y otro sea mayor o menor en la cosa amada».
La definición de Spinoza, en la que la actitud del amor implica compartir alegrías y tristezas de otras personas, no difiere esencialmente de la definición bíblica del amor, ya que el mandamiento sugiere «compartir las alegrías y tristezas de los demás como si fuesen propias», tal el «amarás a tu prójimo como a ti mismo».
No sólo esta definición se refiere a aspectos observables y contrastables con la realidad, sino que también presenta aspectos cuantificables, ya que indica que en mayor o menor medida serán compartidos los afectos, mientras mayor o menor sean la alegría o la tristeza asociada a la persona amada.
Una formulación alternativa a la teoría del conocimiento la hallamos en el diálogo el “Banquete”.
El tema central es el Eros (amor), el cual es concebido por Platón como un deseo de procrear en la belleza, se refiere a la atracción física como fuerza con la que deseamos aquello que nos falta.
El amor constituye una vía complementaria a la dialéctica para alcanzar el conocimiento.
El Eros toma como punto de partida la atracción por los cuerpos bellos para ir
progresivamente elevándonos hacia la belleza del alma hasta alcanzar la auténtica belleza, causa de todas las acciones bellas y justas.
El amor es una emoción que procede de los dioses y alcanza su nivel más alto cuando el alma que ha contemplado las ideas, ama la belleza y aspira a su contemplación permanente.
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